Hola El Carpio, gracias por haberme
dado unos años tan estupendos y gracias por haberme dado las vivencias que hoy
doy a conocer.
Querido
pueblo carpeño:
Yo tuve la suerte y el honor de ser
monaguillo, sacristán y organista desde el año 1940 al 3 de mayo de 1947, y por
lo tanto participar, colaborar y desembalar varias de las imágenes que llegaron
a nuestra Parroquia de la Asunción, después de la contienda civil ya que
reponían a las que desaparecieron en la misma.
La primera imagen fue la de San
José, una talla hermosa y grande, y un niño Jesús bellísimo. El segundo, un San
Miguel arcángel vestido de guerrero celestial y con Satanás bajo sus pies.
La Inmaculada Concepción de María, una talla barroca preciosísima y con la cara más bonita que yo he visto en mi vida, su autor E. Espinosa, año 1941. Después llegaría nuestro Padre Jesús Nazareno obra del Imaginero Castillo Lastrucci y del año 1943, un Señor con una cara llena de dolor y sufrimiento. Las venas de los brazos, manos y piernas son anatómicamente perfectas.
La Inmaculada Concepción de María, una talla barroca preciosísima y con la cara más bonita que yo he visto en mi vida, su autor E. Espinosa, año 1941. Después llegaría nuestro Padre Jesús Nazareno obra del Imaginero Castillo Lastrucci y del año 1943, un Señor con una cara llena de dolor y sufrimiento. Las venas de los brazos, manos y piernas son anatómicamente perfectas.
También
de Castillo Lastrucci y del año 1945 es Jesús Crucificado y al mismo tiempo yacente
con una policromía bella, emotiva y con una preciosa factura. Como anécdota les diré que los hombros
que tiene cuando está yacente se quedaron en la caja olvidados y faltó poco
para quemarlos junto a la caja y a las virutas de paja.
Y no se me
ha olvidado la llegada a nuestro pueblo de nuestro Señor Divino Ecce Homo que
ocurrió en el año 1942 y procedente de Granada, siendo su autor F. de Espinosa.
Cuando desembalé la caja y saqué la paja que lo envolvía, mi emoción era
grandísima, cuando ya estaba el cajón vacío de paja, se veía el Señor con un envoltorio
de un papel finísimo por el cual se podía ver la figura de “El más grande de
los carpeños.” No me pude contener más y con mucha emoción le descubrí parte de
la cabeza, y los ojos, que me miraron con un poder inexplicable, en ese momento
pensé:
-“Hoy lo he visto, lo he visto y me
ha mirado. Hoy creo profundamente en
Dios, porque con la mirada me ha dicho que estará con el pueblo de los carpeños
siempre, incluso hasta el fin del mundo.” Y Pilatos dijo mirándole a los mismos
ojos que yo veo hoy: “Este hombre es inocente.”-
El día 3 de Mayo de 1947 fue el día
de mi despedida de El Carpio para partir a Córdoba capital, pero antes de
partir se cantó la Solemne Misa del Día de la Santa Cruz y como no podía faltar
cantamos el himno a nuestro Divino Patrón que estuvo amenizado en todo momento
por el coro parroquial compuesto por un grupo de jóvenes y bellas carpeñas, que
cantaban como los mismos Ángeles.
Aquí termino este relato que con tanta
nostalgia y cariño he contado yo, un carpeño de nacimiento y de corazón, que salí del
pueblo hace ya muchos años pero que parte de mi corazón se quedó junto a la
Ermita de San Pedro para siempre.
Un
abrazo. Juan Benavides Gaitán
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